Esperar el Año Nuevo en Brasil, es pensar de forma automática en el uso intenso del color blanco, todos esperan el momento mágico con este color claro y puro, como un papel en blanco listo para recibir y vivir los sueños de un nuevo período lleno de esperanza y realizaciones.
Las tradiciones no se resumen a las manifestaciones bíblicas y místicas. A lo largo de todo el litoral, desde las grandes ciudades como Rio de Janeiro hasta en pueblitos lejanos como Jericoacoara, en la noche de San Silvestre la gente camina hasta la playa para realizar sus ofrendas. Se trata de ofrendas a Iemanjá, antigua divindad del mar. En Brasil estas y otras tradiciones se mantienen vivas, como comer lentejas, 12 uvas y demás gestos para atraer la buena fortuna. La esencia de la gente brasileña es mágica, alegre y contagiante, y es impresionante su predisposición positiva; todo esto mezclado a altas dosis de misticismo y fe; un pueblo más que particular que comparte con los visitantes esta experiencia tan marcante y positiva.
Las tradiciones no se resumen a las manifestaciones bíblicas y místicas. A lo largo de todo el litoral, desde las grandes ciudades como Rio de Janeiro hasta en pueblitos lejanos como Jericoacoara, en la noche de San Silvestre la gente camina hasta la playa para realizar sus ofrendas. Se trata de ofrendas a Iemanjá, antigua divindad del mar. En Brasil estas y otras tradiciones se mantienen vivas, como comer lentejas, 12 uvas y demás gestos para atraer la buena fortuna. La esencia de la gente brasileña es mágica, alegre y contagiante, y es impresionante su predisposición positiva; todo esto mezclado a altas dosis de misticismo y fe; un pueblo más que particular que comparte con los visitantes esta experiencia tan marcante y positiva.
A la medianoche es común observar a los brasileños dando saltitos sobre las pequeñas olas que rompen en la playa. No pasa nada! Se trata de un rito de buena suerte: manda la tradición que se salten 7 olas seguidas, una atrás de la otra. Saltando estas olas en forma seguida se garantiza un buen año. El número 7 es sin duda el número de la cabala y que también representa a Exú, hijo de Iemanjá y los 7 saltos son para abrir los caminos. Iemanjá es, en la religión de Umbanda, un orixá, ó sea una divindad, la diosa de los océanos y protectora de pescadores, náufragos; su esencia original es protectora y maternal, por eso al principio era la protectora de los niños.
Según la tradición, para asegurar la buena suerte para el año entrante, no se puede dar las espaldas al mar después de haber rendido homenaje a Iemanjá. Un hábito que se funde con las propias raíces en las tradiciones africanas, traidas a Brasil por el enorme contingente de esclavos. A Iemanjá se le ofrecen flores, velas y regalos que se dejan en las aguas de las playas por multitudes vestidas de blanco. Se dice que si la ofrenda es llevada mar adentro por el movimiento del mismo mar significa que Iemanjá habrá aceptado la ofrenda y el año será bueno; caso contrario si la ofrenda vuelve a la arena, pueda que el año nuevo no sea como lo esperado.
Es común el hábito de usar ropa nueva para empezar el año nuevo. Aparte de ser nueva la ropa, en Brasil es importante que sea blanca, símbolo de paz y armonía. Algunos deciden usar colores que representen sus deseos para el año entrante: rojo es pasión, amarillo prosperidad y naranja suceso, azul es tranquilidad y el verde es salud, esperanza y equilibrio.
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